domingo, 3 de agosto de 2008

Gritando al Silencio



El cielo está más triste que de costumbre en esta tierra de terror y clamores…

La guerra no acaba y estoy asustada por los disparos de alrededor, los pájaros ya no vuelan… Se limitan a existir en sus nubes de frío y soledad…
Gritan, vuelan, pero ya no se levantarán jamás de sus caídas…

Los niños no comprenden porqué todo se rompe, porque sus padres ya no volverán y la soledad será su única compañera de juegos… Soledad impetuosa y famélica que les convertirá en víctimas de una guerra en la que nadie venció…
Están solos y dejarán de creer en su fragilidad, en sus sueños azules de castillos de chocolate…

Los soldados regresarán a su hogar, pero sus almas de plomo permanecerán muertas por el resto de la eternidad… Tratarán de encontrar paz, pero jamás olvidarán las pupilas inquietantes de aquellos a los que robaron la vida…
No volverán a sentir calor, aunque miren directamente a la luz del sol… Jamás morirán… Vivirán para siempre en el inframundo de aquellos a los que un día el hielo atravesó el corazón… Ahora la rabia y el dolor son las semillas de todos los corazones de carbón y sangre que esta guerra está rompiendo con una cruel sonrisa.

Y cielo… el cielo ya no volverá a contarme secretos, ni a prometerme un viaje a sus nubes de algodón. Está enfadado por la crueldad de aquellos que decidieron ponerle horizontes. No comprende que los hombres hayan preferido un infierno de gritos y dolor a su azul, frágil, intenso, infinito…

No estoy muerta del todo, pero esta guerra está cristalizando la sangre triste de mis venas, está dejando mis sueños en una realidad demasiado lejana como para habitarla jamás.
El silencio me grita, pero ahora ya no tengo fuerzas para
oírle…